miércoles, 22 de abril de 2020

Vacío


Esa noche, cuando él estiró la mano hacia el otro lado de la cama, un escalofrío recorrió su cuerpo dejando un reguero de angustia que inundó toda la habitación.
Esta vez no se encontró con su muslo, que siempre acariciaba delicadamente mientras le daba las buenas noches con un beso en la mejilla. Tampoco encontró su espalda, la cual envolvía con su cuerpo en un abrazo eterno. No encontró tampoco ese hombro en el que apoyaba su cara mientras los sueños se apoderaban de sus vidas. Y tampoco encontró esa mano con la que entrelazaba sus dedos y que, en ocasiones, seguían entrelazados cuando volvían de esos sueños.
Esa noche fue cuando comprendió que ese lecho ya nunca más volvería a ser lo mismo y supo que la tapa de madera que se cerró sobre el rostro de ella, acompañaría todos sus sueños mientras no volvieran a reunirse allí donde estuviera.

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