Esta vez iba a hacerlo. Sabía que
no había vuelta atrás. Lo había intentado en otras ocasiones, pero siempre sin
éxito. Esta vez, por fin, iba a asesinarlo.
Tenía todo preparado, más que
pensado, no había dejado nada en el aire. No podía ser de otra manera, tenía
que ser todo perfecto para que no lo inculparan.
Llevaba muchos años viviendo de
primera mano las historias de ese policía, todos esos casos que siempre
resolvía cuando nadie lo esperaba, parecía tocado por una varita mágica. Tenía
ese don para descubrir lo que nadie podría ni siquiera imaginar. Además estaban
todos esos halagos que recibía constantemente, todos esos reconocimientos,… Y
qué decir de su vida amorosa. Entre su atractivo físico que no pasaba
indiferente para nadie y su don para la seducción, propia de los grandes
galanes de Hollywood , poseía una combinación que lo hacía realmente
irresistible. Simplemente era perfecto.
Por todo eso estaba harto ya de
él, no soportaba más toda esa admiración que profesaba todo el mundo hacia su
persona. Necesitaba quitárselo de encima para descansar. Quería vivir sin tener
que estar pensando todo el tiempo en él. Le estaba volviendo loco. Hasta se
había planteado ir a la consulta de un especialista para que le tratara su
obsesión. Pero no, el no estaba loco, sólo quería descansar y vivir su vida sin
tener noticias de ese maldito poli.
Por eso cuando acabó el manuscrito de su última novela
sobre las aventuras de ese policía que, tras las seis entregas anteriores, se
había convertido en el más famoso del país, se sintió aliviado. Lo había
llevado a aquella emboscada en una nave industrial y allí había sido abatido a
tiros. En otras ocasiones había estado también a punto de matarlo, aunque
siempre se había echado atrás en el último instante. Pero esta vez no se lo
pensó. Le estaba agradecido por todo lo que le había dado, pero ya no lo
soportaba más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario