jueves, 30 de abril de 2020

El café



Como cada jueves yo acudía a mi cita en el café de aquella pequeña placita.
No era el sitio más bonito, ni quizás tampoco el más adecuado. Pero era nuestro sitio, donde habíamos decidido vernos como cada jueves desde hacía ya tres meses. Ni ella ni yo habíamos faltado jamás a nuestra cita de las ocho de la tarde.
Un descafeinado para mí y una Coca Cola para ella. Jamás nos arriesgamos a pedir otra cosa, quizás por miedo a romper el embrujo que nos rodeaba en aquellas citas de los jueves.
Ella me contaba sus últimas aventuras vividas en la universidad, donde cursaba ya su último año de enfermería. Me hablaba de algún chico al que le gustaba pero por el que ella no tenía el suficiente interés. A veces me contaba la última escapada nocturna que había hecho con sus amigas.
Yo la escuchaba, me encantaba hacerlo. Yo casi nunca le contaba nada de mí. Nos habíamos adaptado y acomodado a esa forma de estar juntos. Ella me contaba y yo la escuchaba.
Ese jueves llegué puntual a las ocho y me senté en la mesa de siempre. En nuestra mesa.
Ella aún no había llegado. No me preocupó ya que era algo normal. A veces se retrasaba unos minutos.
Mientras esperaba, se me acercó el camarero que siempre nos traía nuestras consumiciones. Pero esta vez en lugar de traer mi descafeinado, que ya no hacía falta ni siquiera que pidiera, me dejó una nota encima de la mesa.
Noté su mirada cómplice pero también nerviosa, justo antes de darse la vuelta. En ese momento supe que algo no iba bien. Cogí la nota y leí lo que ponía:
– Lo siento mucho. Me enamoré de ti.

miércoles, 29 de abril de 2020

El niño de la montaña


Hubo un tiempo, muchos años atrás, en que la vida en las ciudades era dura, más de lo que conocemos hoy en día por dureza.
Y en una de esas ciudades oscuras vivía un niño infeliz. Un niño que sólo encontraba la felicidad cuando se iba a la montaña. Siempre que podía se escapaba a esa montaña, engañando a su madre con cualquier tipo de treta. Allí era el único lugar donde era feliz.
Algunas noches las pasaba en su querida montaña, dormía donde podía, al raso. Se le veía en ocasiones con una manta subiendo por los caminos para pasar la noche en su lugar.  
-Pero niño ¿a donde vas? -preguntaban las señoras vestidas de luto al verle pasar.
Él no respondía, mirando al suelo seguía caminando.
-Niño... ¡ten cuidado!
Nadie sabía el por qué, cuál era el motivo por el que aquella cresta montañosa le atraía de una manera tan especial. Quizás él mismo tampoco lo sabía. Alguna gente le vio buscar y yo juro que alguna vez también le vi. Yo creo que algo encontraba, porque se agachaba, recogía algo y seguía.
Pero un día llegó la triste noticia, la que todo el mundo, tarde o temprano, sabía que llegaría. El niño de la montaña había desaparecido, nadie lo volvió a ver ni volvió a saber más de él, por más que le buscaron.
Se hicieron batidas por todos los lugares. Recorrieron la cumbre, todas las cuevas, vadearon ríos, zonas arboladas... Su nombre gritaban sin parar.
Después de mucho tiempo de búsqueda, por perdido se le dio. Nadie lo volvió a ver nunca más.
Pero yo sé la verdad, yo sé que no se perdió.
Todavía alguna vez le veo caminar, sigue buscando, sube, baja y después se va.
Un día lo seguí. Sus pasos eran ligeros y me costaba no perderle el rastro. De repente se detuvo y me esperó. Yo continué caminando hasta que llegué junto a él. Me miró y dijo:
-Encontré lo que vine a buscar.
Sus ojos brillaban, radiaban felicidad. Muy bajito, casi en un susurro me dijo:
-Espero que otros también puedan encontrarlo.
 

martes, 28 de abril de 2020

Reseña de "13" de Steve Cavanagh


 SINOPSIS:

«A su entender, ¿hay algún impedimento para que usted forme parte de este jurado?»

El asesinato no fue la parte más complicada. Fue tan solo el inicio del juego.

Joshua Kane se ha estado preparando toda su vida para este momento. Él ya lo había hecho anteriormente. Pero esta vez será la más importante.

Este es el juicio por asesinato del siglo. Y Kane ha asesinado para obtener el mejor asiento en la sala.

Pero hay alguien a su acecho. Alguien que sospecha que el asesino no es el acusado.

Kane sabe que el tiempo se agota y lo único que quiere es el veredicto de la condena antes de ser descubierto.


OPINIÓN PERSONAL:

He leido este libro por recomendación. Parto de la base que los thrillers no son mi fuerte. El mundo de la abogacía no es un tema que me apasione, por eso he de reconocer que tomé este libro un poco temeroso ante lo que me iba a encontrar. De hecho, creo que es el primer libro que he leido ambientado en un juicio. Sin embargo he de reconocer que me ha sorprendido gratamente.
La originalidad de esta novela radica en que desde el principio sabemos quién es el asesino, algo que en absoluto le quita intriga al libro, ya que el factor sorpresa está presente en todo momento.
De esta manera, tenemos por un lado al asesino y psicópata Joshua Kane, que se ha infiltrado como jurado en el juicio del asesinato que él mismo ha perpetrado, inculpando a un famoso actor de Hollywood, y por otro lado tenemos a Eddie Flynn, un abogado encargado de la defensa del acusado.
Para mí, los personajes son uno de los puntos fuertes del libro. Joshua Kane, un asesino inteligente, frío y con una mente prodigiosa, aunque también nos deja ver en ocasiones su lado encantador, es decir, un auténtico psicópata en toda regla. Eddie Flynn, un abogado  muy bueno en su trabajo, con una noble ética profesional, que ha cosechado grandes éxitos, algo que le ha causado muchos problemas en la relación con su mujer.
El otro punto fuerte, indiscutiblemente es la trama, que me ha parecido compleja e inteligente, que se va enrevesando y complicando según avanzan las páginas y dando unos giros no esperados que nos dejan con la boca abierta y expectantes para continuar leyendo, lo que hace que sea un libro que se devore rápidamente. También hay que decir que puede resultar un poco fantasiosa, ya que algunos de los pasos que da el asesino son difícilmente creíbles, pero es algo que no le resta calidad a la obra.
En definitiva, me ha parecido un libro muy original por toda esa trama que va en aumento y que te atrapa, haciendo que quieras seguir leyendo sin parar. Así que, sin duda alguna, os lo recomiendo a todos los que os gusten los thrillers, ya que me ha parecido una lectura genial.

lunes, 27 de abril de 2020

Buscando respuestas



A Ricardo, ya de pequeñito cuando ni siquiera se mantenía en pie, todo le llamaba la atención. Era de esos niños que observan, que tienen unos ojos curiosos, parece que tenía interés por absolutamente todo lo que le rodeaba, y como digo, a pesar de que aún ni siquiera sabía andar, daba la impresión de que quería entender ya todo el mundo que le rodeaba. Sus papás y todas las personas con las que convivía no pasaron por alto esta capacidad del pequeño Ricardo y a menudo lo comentaban. ¬ Oye, pero mira qué listo es Ricardito. Si parece que lo entiende todo ¬. Decían cuando lo veían observar de aquella manera.

Según fue creciendo, Ricardo empezó a hacer las típicas preguntas que todos los niños hacen acerca de cualquier cosa que se les pasa por la cabeza. Todo le interesaba, todo quería saberlo. La mayoría de las veces no obtenía respuesta y si la obtenía nunca era la esperada. Los adultos nunca se ceñían a las verdaderas respuestas que merecían todas sus inquietudes. Lógicamente a un niño no se le aburre con las complejidades de la vida.

Así, ya cuando se hizo más grandecito, Ricardo empezó a estudiar. Al contrario de lo que se esperaba y de lo que pensaban de él cuando era un bebé, no fue una mente prodigiosa, le costaba aprenderse las lecciones del cole y no era un hacha en casi nada, pero seguía teniendo curiosidad por todo, seguía interesándose por todas esas cuestiones cotidianas de la vida que resultan inexplicables desde la perspectiva de un jovenzuelo. Toda su existencia era un interrogante para el que no encontraba respuestas.

No fue hasta varios años más tarde cuando dejó de ser un adolescente y, más aún, cuando fue madurando y se convirtió en un hombre, que empezó a encontrar las respuestas. Según avanzaban los años, Ricardo iba desmenuzando todos esos interrogantes que tenía desde que era un niño. Y lo más curioso es que las respuestas venían solas, no hacía falta preguntar ni interesarse por las cosas, la propia vida y las experiencias vividas le estaban dando repuestas a todas sus inquietudes. Su mejor profesor no lo tuvo en su casa ni en el colegio, tampoco entre sus amistades o conocidos. Quien realmente le enseño la principal lección de su vida, fue la vida misma.

domingo, 26 de abril de 2020

El asesinato



Esta vez iba a hacerlo. Sabía que no había vuelta atrás. Lo había intentado en otras ocasiones, pero siempre sin éxito. Esta vez, por fin, iba a asesinarlo.

Tenía todo preparado, más que pensado, no había dejado nada en el aire. No podía ser de otra manera, tenía que ser todo perfecto para que no lo inculparan.

Llevaba muchos años viviendo de primera mano las historias de ese policía, todos esos casos que siempre resolvía cuando nadie lo esperaba, parecía tocado por una varita mágica. Tenía ese don para descubrir lo que nadie podría ni siquiera imaginar. Además estaban todos esos halagos que recibía constantemente, todos esos reconocimientos,… Y qué decir de su vida amorosa. Entre su atractivo físico que no pasaba indiferente para nadie y su don para la seducción, propia de los grandes galanes de Hollywood , poseía una combinación que lo hacía realmente irresistible. Simplemente era perfecto.

Por todo eso estaba harto ya de él, no soportaba más toda esa admiración que profesaba todo el mundo hacia su persona. Necesitaba quitárselo de encima para descansar. Quería vivir sin tener que estar pensando todo el tiempo en él. Le estaba volviendo loco. Hasta se había planteado ir a la consulta de un especialista para que le tratara su obsesión. Pero no, el no estaba loco, sólo quería descansar y vivir su vida sin tener noticias de ese maldito poli.

Por eso cuando acabó el manuscrito de su última novela sobre las aventuras de ese policía que, tras las seis entregas anteriores, se había convertido en el más famoso del país, se sintió aliviado. Lo había llevado a aquella emboscada en una nave industrial y allí había sido abatido a tiros. En otras ocasiones había estado también a punto de matarlo, aunque siempre se había echado atrás en el último instante. Pero esta vez no se lo pensó. Le estaba agradecido por todo lo que le había dado, pero ya no lo soportaba más.

sábado, 25 de abril de 2020

Agustín el viajero



Agustín quería viajar.
La vida de Agustín nunca fue fácil. Desde pequeño, cuando aún no había salido de su pueblo natal, las cosas no fueron sencillas para él. El colegio nunca fue una de las prioridades de su familia, que en aquellos tiempos de miseria, veían más importante que el pequeño Tinín colaborara en los quehaceres del hogar, del campo y cuidando los animales, que ir a perder el tiempo a la escuela. Total, su futuro no iría más allá de trabajar toda su vida en ese campo que les daba de comer.
Pero Tinín no pensaba así. La mente de Tinín estaba en muchos lugares. A través de ella había viajado a infinidad de sitios de los que sus padres jamás habían oído hablar. Había cruzado mares y océanos navegando con piratas, había surcado los aires de valles y desiertos viajando en globo, había estado en islas desiertas, había subido grandes montañas y había vivido mil aventuras. Y todo sin salir de su pequeño pueblo.
Aquella estantería de la escuela llena de viejos libros, era su forma de ver el mundo y de escapar de esa vida que lo tenía atrapado. Cada tarde, después de comer, cuando en casa todos echaban la siesta, él aprovechaba para escaparse hasta la escuela y con la complicidad de Doña Margarita, la maestra del pueblo, leía una y otra vez esos libros que tanto le hacían disfrutar.
Su niñez pasó. Y luego vino su juventud, que también pasó de la misma forma que la niñez. Su cuerpo no iba más allá del día a día de su sufrida vida, pero su mente cada vez era más rica y más soñadora. Más viajera. De vez en cuando Doña Margarita conseguía un libro nuevo y ahí era cuando Tinín, que ahora ya era Agustín, se olvidaba de su miserable vida y disfrutaba viajando. Viajando a aquellos lugares en los que ya había estado siendo niño, pero también a muchos otros gracias a esas incorporaciones que, de vez en cuando, traía Doña Margarita.
Agustín se casó y tuvo tres hijos que sacó adelante con mucho sudor y sufrimiento. No les pudo dar ningún lujo, pero tampoco les faltó nunca un plato de comida en la mesa. Gracias al campo, en eso no se habían equivocado sus padres ya ancianos, podía mantener a su familia. Él seguía frecuentando la escuela, ahora ya sin Doña Margarita, pero con muchos más niños y más libros que antes. Y seguía acudiendo, no a diario, pero sí siempre que podía a leer ese ratito. Aunque su vida junto a su mujer y sus tres hijos le hacía feliz, esos ratos que pasaba viajando a través de los libros  le reconfortaban y le hacían ser aún más dichoso.
Cuando Agustín murió, ya de viejo, era plenamente feliz. Sus tres hijos, por supuesto, habían ido a la escuela. Habían leído los mismos libros que antes leyera su padre, pero también muchos otros. Él se fue feliz porque, a pesar de que siguió sin salir de ese pueblo en el que pasó toda su vida, era un hombre sabio, rico en cultura y conocedor del mundo entero.
Agustín había sido un viajero.