—Que me da igual. Paso de la
ortografía.
—¿Pasas de la ortografía? ¿Pero
tú has visto lo que acabas de escribir? —le dijo el profesor.
—He escrito lo que me ha dicho y
se entiende perfectamente. Y sí, paso de la ortografía, de la gramática y de
todas esas chorradas —contestó el alumno mientras cerraba su libreta sobre el
pupitre.
—¿En serio me estás diciendo que no
te importa el escribir bien, sin faltas de ortografía? —insistió el profesor
mirándole fijamente a los ojos.
—Ya le he dicho que no, así que
deje de darme la chapa con tanta b, v, h, punto, coma… ¿Qué más da cómo se
escriba? —Se tomó un par de segundos de reflexión—. ¿Y sabe lo que le digo? Que
me piro. No pienso volver por aquí.
—Está bien… es tú decisión. —El
profesor miró lo que el chico acababa de escribir en la hoja y añadió—: Por
cierto, ignorante se escribe con g.
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