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Si lo hubiera sabido, se hubiera
parado en el escaparate de la zapatería a ver esas botas de invierno que
llevaba tiempo pensando en comprar.
Si lo hubiera sabido, podía
haberse detenido en el buzón de casa y recoger el correo ahora en vez de
hacerlo a la vuelta.
Si lo hubiera sabido, habría
alargado un poco más ese desayuno que apuró por no salir muy tarde de casa.
Si lo hubiera sabido, en vez de
la ducha rápida que se daba todas las mañanas, hoy se hubiera llenado la
bañera.
Y, si lo hubiera sabido, hoy
quizás se habría quedado en cama esos cinco minutos más que nunca se queda.
Pero no lo sabía. Y por eso se
levantó al primer toque del despertador, se pegó una ducha rápida, desayunó a
toda prisa, bajó las escaleras sin percatarse de las cartas que había en el
buzón, pasó por delante de las botas que tanto le gustaban sin mirarlas y, como
no lo sabía, dio esos últimos pasos.
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