Se recostó un poco más sobre la silla y miró hacia el estrellado cielo. Fue recorriendo con la vista cada una de las estrellas que esa noche brillaban con una gran intensidad. Parecía buscar algo en ellas.
Se levantó y se dirigió con paso cansado a la habitación de su hijo. Rebuscó dentro de los cajones hasta que dio con lo que buscaba. Se dirigió de nuevo a la terraza, donde el café ya se había quedado frio. Desdobló la hoja que traía entre sus manos y observó el dibujo. En él se veía una nave espacial que se dirigía hacia las estrellas.
Volvió a doblar la hoja y la apretó fuertemente entre las manos. Dirigió de nuevo la vista hacia el cielo. Una triste sonrisa se dibujó en sus labios. Al fin y al cabo, debía estar feliz por él. Ahora estaba donde siempre había soñado.
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